Los bancos malos son agrupamientos o fondos de activos devaluados. Tienen como fin su liquidación ordenada o su saneamiento o simplemente controlar y aislar el riesgo en una situación de crisis. Igual que un virus. Se extraen todos los tumores malignos de las entidades y se aislan en un gran laboratorio de activos tóxicos como si se tratara de un arma biológica.
En sociedades mediatizadas, continuamente aparecen nuevos términos, que son usados los medios de comunicación de forma reiterada, enmascarando con su exceso de uso la ignorancia acerca del tema tratado. Así, llevamos meses oyendo hablar de “activos tóxicos” y las últimas semanas el término de moda parece que es “bancos malos” .
Los bancos malos.
Hace unos meses, en un post acerca del coste para los contribuyentes del rescate financiero, hablamos de la experiencia escandinava durante la crisis de los años 90. En aquella ocasión los gobiernos intevinieron la banca con fondos de los contribuyentes pasando las entidades a pertenecer al Estado. Dichas intervenciones tuvieron como premisa la renuncia de los accionistas de la banca a gran parte sus derechos como responsables de la crisis y a cambio las entidades con problemas fueron reflotadas con dinero público. Pasada la crisis, los contribuyentes se vieron resarcidos de su inversión con la reprivatización de las entidades.
En España, actualmente las Cajas de Ahorro se plantean unir en un fondo sus activos de todo tipo cuyo precio se ha devaluado por la crisis. Este fondo se encargaría de liquidar de forma ordenada los activos.
En ambos casos se identifican los activos devaluados en miles de millones de euros y se agrupan formando un “banco malo” , lo cual permite su liquidación ordenada o su saneamiento o simplemente controlar y aislar el riesgo en una situación de crisis. Igual que un virus. Se extraen todos los tumores malignos de las entidades y se aislan en un gran laboratorio de activos tóxicos como si se tratara de un arma biológica.
El caso sueco tuvo final feliz y por tanto fue una buena estrategia para sanear los bancos; aunque es asumible que la plusvalía se la encontraron a después.
Eduardo Vicho desde Intereconomía analiza profundamente el modelo sueco y hace la siguiente reflexión: Quizás una de las claves de éste modelo fue la mentalidad del gobierno sueco en la que tenían la convicción de que poner a los contribuyentes al borde del abismo sin ofrecerles nada a cambio, podría ser un error, ya que la opinión pública no apoyaría el plan si se permite que los antiguos accionistas conserven algo.