Cuando se puede declarar un concurso de acreedores

Para que haya concurso de acreedores se tienen que cumplir  varios requisitos: Que un deudor que esté en situación de insolvencia; la solicitud de declaración de concurso acreditando la insolvencia y la declaración judicial del concurso.

Se encuentra en situación de insolvencia el deudor que no puede atender regularmente el cumplimiento de sus obligaciones. La solicitud de declaración del concurso puede realizarla el mismo deudor o un tercero afectado y posteriormente la tiene que aprobar un juez.

Hay varias formas de de acreditar la insolvencia según quien sea el que la solicite: el deudor o un acreedor, lo que se realiza por los distintos medios por los que el Kamagra Kamagra deudor el acreedor pueden tener conocimiento de la situación de insolvencia de la empresa.

En determinados casos el deudor puede, incluso, solicpedir itar la declaración de concurso cuando su situación de insolvencia es evidente ya que pueda preveer que la empresa es incapaz totalmente de cumplir sus obligaciones de pago.

Una vez solicitado el concurso éste tiene que ser declarado por el juzgado de lo mercantil del lugar en que la empresa afectada, el dedudor,  tenga su sede principal. El juez antes de declarar el concurso deberá analizar la inforamción  presentada por el solicitante y además se debe comprobar que se dan los presupuestos necesarios para ello.

Negociación de prestamos

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Una de las preguntas habituales que escuchamos a la hora de pedir un préstamo es la finalidad del mismo. En estos casos, el cliente del banco puede pensar “a usted qué le importa“, asumiendo que la presentación de las garantías requeridas hace innecesaria esa pregunta. Sin embargo,  la correcta argumentación de la finalidad del dinero solicitado es clave para la concesión del credito.

En el caso de las empresas, es habitual  argumentar “necesidades de tesorería” o “necesidades de circulante” u otras más llamativas como “colchón” o “por si lo necesito”. Para los responsables de riesgos bancarios, las necesidades que mueven a una empresa a pedir un crédito son tan importantes como las garantías colaterales formales que se presenten.
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Nueve errores comunes al solicitar cr

IseadISEAD es una joven escuela de negocios online de las que obtienen reputación mediante el trabajo duro y constante con cada promoción de alumnos.  Desde su blog institucional exponen los errores más comunes que pueden cometer algunos  empresarios a la hora de solicitar un crédito al banco y que reproducimos a continuación por su interés. Adicionalmente nos hemos permitido añadir un par más de nuestra cosecha:
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El problema de la morosidad es más sencillo de lo que parece

La morosidad que estamos viviendo en los últimos meses (muchos meses) está provocando que muchas de las pequeñas y medianas empresas españolas o estén pasando por auténticas dificultades o simple y desgraciadamente tengan que cerrar.

Se pueden realizar exhaustivos análisis de las causas, estudios macro y micro económicos, estudios de coyuntura, análisis económico-financieros, etc. Pero la realidad y lo que la gente y los pequeños empresarios y autónomos experimenta en el día a día es mucho más sencillo que todo eso.

Y todo lo podemos resumir en este gráfico (fuente:straconx.com) que muestra la sencillez del proceso productivo de cualquier empresa. Un ciclo que, como la pescadilla, se muerde la cola y una vez en marcha no se sabe donde está el comienzo ni el final del ciclo. Simplemente tiene que ir avanzando para que funcione, y si no avanza o uno de sus engranajes deja de funcionar, pues surgen los problemas que pueden llevar al cierre de la empresa o negocio.
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PYMES: Recomendaciones para Negociar Con su Banco

La característica más peculiar de esta crisis en lo referido a las pymes es que a la contracción de la demanda en el mercado se suma la sequía de crédito corriente: aquel que necesita la empresa para seguir funcionando y que financia las operaciones a corto plazo.

En la mayoría de los casos no se trata de créditos para la inversión en bienes de equipo amortizables a muy largo plazo, sino simples pólizas de campaña cuyo plazo de disposición y devolución es inferior a los 12 meses. Sin estas pólizas hay miles de empresas que no pueden funcionar.
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Embalse financiero: Agua y Dinero.


En estos momentos en los que la gran mayoría de los agentes económicos están clamando al cielo la falta de concesión de crédito por parte de las entidades financieras, me surgen dos preguntas: ¿Nos hemos quedado sin agua para financiar? ¿Controlamos de la misma forma dos bienes tan necesarios como el agua y el dinero? Durante todo el artículo, el dinero hará referencia al crédito disponible para su concesión por los Bancos.

Desde un punto de vista un poco más amplio que el estrictamente académico, no es cuestionable ni la necesidad del Agua ni la necesidad del Dinero para la subsistencia humana. Probablemente un análisis profundo sobre esta idea aportaría otros puntos de vista, pero desde un punto de vista global, esta idea nos puede servir para el desarrollo de este artículo.

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El alarmante crecimiento de la morosidad es cada vez más alarmante

Los últimos datos publicados por el Banco de España sobre los créditos concedidos, los créditos dudosos (es decir, que no se saben si se van a recuperar y que son los que se tienen en cuenta para calcular la ratio de morosidad) y los créditos impagados confirman la tendencia alcista de la morosidad en España, que en septiembre se ha situado en el 2,637%, y la tendencia es que siga subiendo.

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Consecuencias de los créditos fallidos

Las facturas incobrables provocan un serio daño económico a las empresas.

Los problemas de cobro provocan el cierre y desaparición de miles de empresas afectadas por los créditos fallidos. Sobre todo son las pequeñas y medianas empresas las que pueden desaparecer por culpa de los problemas de cobranza, puesto que un quebranto de cierta magnitud o varios fallidos de importe medio, pueden provocar la quiebra a una pequeña empresa, mientras que una empresa más grande puede superar la situación gracias a disponer de mayores recursos económicos. Mientras las grandes empresas son capaces de absorber los costes producidos por los incobrables, los negocios más pequeños pueden verse obligados a cesar en sus actividades.

Los créditos fallidos suponen para las empresas un esfuerzo adicional de ventas si quieren compensar las pérdidas económicas de los impagados. Por ejemplo una empresa que obtenga un 10% de margen de contribución con la venta de sus productos, y tenga unas pérdidas por operaciones incobrables del 1,2%, deberá realizar un giro comercial suplementario del 12% de su facturación para compensar el quebranto provocado por los fallidos. En caso de que los incobrables llegasen al 2% de las ventas totales, el giro suplementario debería de ser del 20%.

Para las empresas con pedidos medios de bajo importe, supone un esfuerzo añadido, por ejemplo una empresa que tenga una facturación de 150 millones de euros, obteniendo un margen de contribución del 10% en cada venta, y que tenga unas pérdidas por operaciones incobrables del 0,7% (sobre el total de sus ventas), si su pedido medio es de 2.500 euros, necesitará hacer 4.200 pedidos suplementarios para compensar las pérdidas producidas por los créditos incobrables. En la coyuntura actual que ha provocado una bajada de las ventas a la mayoría de las empresas y también de sus márgenes comerciales, va a ser muy difícil para los negocios compensar los fallidos con ventas suplementarias.

Vamos a ver un ejemplo para comprobar la importancia que tiene un incobrable para la cuenta de resultados. Si la empresa que obtiene un margen del 5% de beneficio en la venta de sus productos, tiene un fallido de 10.000 euros provocado por el impago definitivo de una factura, en su contabilidad se refleja una pérdida de 10.000 euros, aunque la pérdida directa que se le produce es de 9.500 euros y el lucro cesante es de 500 euros. Por lo tanto–dejando fuera del cómputo el coste de financiación de la operación para simplificar el cálculo– el fallido ha supuesto perder el beneficio acumulado de 200.000 euros de ventas realizadas por la compañía, o dicho de otro modo el incobrable ha matado un volumen de ventas “buenas” por un monto de 200.000 euros.

     Cuadro de ventas esterilizadas con un incobrable:

     Importe fallido (euros): 10.000

     Margen de beneficio: 5%

     Margen de beneficio (euros): 500

     Pérdida directa (euros): 9.500

     Volumen de ventas que ha esterilizado el fallido (euros): 200.000 (10.000 / 5%)

Consecuentemente si la empresa tiene un fallido de 10.000 euros, ha supuesto perder el beneficio acumulado de una facturación por importe de 200.000 euros. Ahora bien, si el departamento de cobros consigue recuperar dicho impagado, habrá salvado de la quema, ventas por valor de 200.000 euros. Por consiguiente cuando menor sea el margen de beneficio que obtenga una empresa con la venta de sus productos y mayor sea el importe del crédito incobrable, más fuerte será el impacto para la empresa en términos de importe de ventas esterilizadas.

Tal y como se desprende de lo expuesto, el cobro de impagados es una actividad vital en estos momentos para las empresas españolas y ante cualquier impago, el acreedor debe iniciar enseguida las gestiones de recobro ya que el paso del tiempo deteriora muy rápidamente la cobrabilidad de una deuda comercial y aumenta las posibilidades de que el impagado se convierta en un crédito fallido. Sin embargo en España, por motivos culturales, todavía nos da corte cobrar, puesto que persiste una cierta vergüenza a la hora de reclamar al moroso el pago de una factura. A mucha gente no le parece elegante hablar de cuestiones de dinero y menos exigir el pago de una deuda. Al revés de lo que sucede por ejemplo en los países anglosajones, en los que se ha desarrollado una fuerte cultura del cobro, y donde reclamar una deuda se considera algo tan natural como ofrecer un nuevo producto a los clientes, en España no existe aún una verdadera cultura empresarial de cobros. Estos condicionantes tan propicios para los morosos, incluso llevan a situaciones perversamente absurdas, en las que el deudor se hace el ofendido cuando el legítimo acreedor le solicita el pago de la factura vencida hace muchos días, y el representante del acreedor acaba pidiendo disculpas al moroso por las molestias ocasionadas y por haber dudado de su honorabilidad.

Artículo escrito por: Pere J. Brachfield, profesor de EAE Business School, director del Centro de Estudios de Morosología y autor de Memorias de un Cazador de Morosos.