La deuda, entendida como financiación externa, es uno de los principales instrumentos utilizados por las empresas en su devenir diario. Al contrario de lo que algunos piensan, el endeudamiento empresarial es positivo y, en la mayoría de los casos, necesario y deseable. Y entendemos el endeudamiento empresarial como la financiación externa obtenida para realizar una inversión productiva.
Obviamente, si una empresa puede funcionar sin financiación externa, mejor que mejor. Cuantos menos gastos fijos tenga la empresa, mejor. Pero no hay que tener miedo a endeudarse si con ese endeudamiento conseguimos mejorar nuestros resultados.
Es decir, si nuestros préstamos y créditos nos suponen unas cuotas de 3.000 euros al mes, y gracias a la inversión productiva que hemos realizado con esa financiación nos redunda en unos beneficios netos de 6.000 euros al mes, entonces el endeudamiento está más que justificado. Ahora bien, si ese coste fijo de 3.000 euros produce sólo 2.000 euros, entonces hemos hecho un mal negocio.
Pero, ¿toda la deuda es buena? La respuesta es obvia, no. Para empezar, el nivel de endeudamiento de una empresa no debería superar el 50% del total de su pasivo, o no debería superarlo en mucho. Pero hay que ir un poco más allá, y a la hora de valorar la capacidad financiera de una empresa, es interesante ver la composición de la deuda que se tenga.
Básicamente, las deudas se dividen en deudas a corto plazo y a largo plazo, es decir, aquellas que tenemos que pagar en menos de un año y las que tenemos que pagar en más de un año. ¿Y qué es mejor, deuda a corto o a largo? Pues la mejor deuda es la deuda a largo plazo. Cuanto mayor sea el plazo, menor será la presión para su devolución. No es lo mismo tener que devolver un préstamo de 100.000 euros en 10 años que en 10 meses.
La calidad de la deuda de una empresa, por tanto, se mide dividiendo las deudas a corto plazo entre las deudas totales. Cuanto menor sea el resultado, mejor calidad de deuda.
Por tanto, si al examinar el balance de un posible cliente vemos que sus deudas a corto suponen un (por ejemplo) 80% de la deuda total, su calidad es baja, lo que implica que en poco tiempo tiene que pagar una cantidad importante del dinero que debe, por lo que venderle a crédito puede que no sea una buena idea. Obviamente, también hay que tener en cuenta otros factores como el volumen total de la deuda, su activo corriente, etc. Pero en general, siempre será deseable tener deuda a largo plazo en vez de deuda a corto plazo.
El apalancamiento como bien nos indicas es útil si no se aplica en exceso, el problema es cuando empresas se apalancan y este dinero lo hace servir para “aventuras” externas que no están dentro de sus parámetros normales.En el caso de los bancos el problema es cuando todos de golpe se desapalancan , juntamente con la contracción del crédito, estamos en el colapso actual