Uno de los pricipales problemas actuales de las empresas es el acceso a la financiación ajena, ya que el descenso de las ventas, el aumento de la morosidad y las trabas que nos ponen los bancos hace muy cuesta arriba financiar nuestra tesorería.
De entre las diversas opciones de financiación ajena existen los pagarés de empresa o pagarés financieros (no confundir con los pagarés de cuenta corriente, es decir, los que son “tipo cheque”). Un pagaré de empresa es un valor de renta fija (del estilo a las Letras del Tesoro) emitidos por empresas privadas o por administraciones públicas no estatales (ayuntamientos o comunidades autónomas). El pagaré de empresa implica una obligación, por parte del emisor, del pago al tomador (el comprador del pagaré de empresa) de una cierta cantidad de dinero (el valor nominal del pagaré de empresa) en un momento futuro (a vencimiento del pagaré de empresa).
Los pagarés de empresa se emiten al descuento con cupón cero, es decir, no generan intereses pero su precio de compra es inferior al precio nominal del pagaré. Por ejemplo, un pagaré de empresa de nominal 50.000 euros, tiene un precio de compra de 49.000 euros. La rentabilidad, por tanto, viene marcada por la diferencia entre el precio de compra y el valor nominal del pagaré. En este caso (suponiendo que el vencimiento es a 12 meses), la rentabilidad sería de 1.000 euros, que en porcentaje sería del 2,04%.
La rentabilidad de los pagarés de empresa suelen ser algo mayor que la de las Letras del Tesoro, puesto que las Letras no tienen retención fiscal, pero tampoco suelen ir mucho más allá. Por tanto, la rentabilidad suele estar entre la rentabilidad de las Letras y el coste de acceso a financiación bancaria. Es decir, si el banco nos ofrece financiación al 5%, es tontería emitir pagarés que resulten en un coste (unos intereses para el inversor) del 10%.
El vencimiento de los pagarés de empresa suele ser a corto plazo, siendo lo normal vencimientos de tres, seis, doce o dieciocho meses, aunque los hay con vencimientos de una semana o de dos años.
La emisión y colocación de estos pagarés de empresa puede realizarse mediante subastas competitivas en el mercado primario en las que se determina el precio de adquisición, o también se pueden negociar directamente entre el inversor y la entidad financiera. Existen dos formas de emisión:
- Emisión en serie: Esta modalidad exige su inscripción en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) (lo que supone una supervisión y el cumplimiento de una serie de requisitos mínimos de garantía y transparencia), se emiten mediante subasta o adjudicación directa y cualquier inversor (mayorista o minorista, es decir, grandes instituciones y particulares) puede acceder a ellos. Normalmente esta es la forma de emisión de las grandes empresas y su emisión incluye la intermediación de una entidad financiera.
- Emisión a medida: No tienen que inscribirse en la CNMV (con lo que su emisión no está supervisada por ningún organismo público), se adapta a las necesidades del inversor y la empresa emisora vende directamente a los inversores, sin la intervención de entidades financieras, en lo que se denomina emisión por adjudicación directa.
Las pequeñas y medianas empresas normalmente utilizan esta segunda opción, es decir, emiten pagarés a medida, ya que no requieren la autorización y supervisión de la CNMV y es un tipo de operación adecuada para financiar el circulante en el corto plazo. En muchas ocasiones, los pagarés de empresas emitidos por las Pymes son comprados por otras empresas y son a medida de las necesidades de la empresa emisora y la empresa compradora, con lo que en ocasiones supone una especie de préstamo entre empresas.
Un ejemplo de emisión de pagarés de empresa es la reciente emisión realizada por Nueva Rumasa, que seguro habéis leído, visto o escuchado estos últimos meses en medios escritos, digitales y audiovisuales, aunque esta emisión tiene una serie de particularidades que no llegan a hacerla una emisión típica, pero es un ejemplo reciente que seguro que muchos habéis conocido.
Desde el punto de vista de la empresa, la emisión de pagarés de empresa supone unos menores costes de acceso a la financiación, y desde el punto de vista del inversor supone una mayor rentabilidad que otros títulos de renta fija similares (básicamente las Letras del Tesoro). El problema de los pagarés de empresa es el riesgo y la seguridad, ya que quien respalda la emisión del pagaré de empresa es la propia empresa, es decier, los pagarés de empresa no tienen más garantía que la garantía que pueda aportar la propia empresa emisora. Aunque también pueden llegarse a acuerdos con entidades financieras para respaldar la emisión y hacer “más segura y más atractiva” la inversión.
Los pagarés de empresa suelen negociarse en el mercado secundario AIAF Mercado de Renta Fija (Asociación de Intermediarios de Activos Financieros), que es el mercado secundario no oficial de valores de renta fija, lo que proporciona cierta liquidez a este tipo de emisiones.
Por tanto, los pagarés de empresa son una solución más disponible para pequeñas, medianas y grandes empresas, que puntualmente pueden suponer una buena manera de financiar el circulante en el corto plazo.